
En parte despoblada y en fuerte crisis luego de la caída del Imperio, no fue hasta luego del año 1000 que volvió a tener importancia como centro cultural y sede episcopal, siendo su obispo el que ostentaba el poder feudal. Llegando a rivalizar en poder con Florencia y Siena, la Arezzo gibelina fue derrotada por los güelfos en 1289 instaurándose la hegemonía de los Tarlati.
Anexada a los dominios fiorentinos en 1384, recuperó luego su independencia en el s.XVI pero fue reconquistada por el Granducado bajo el poder de los Médici, hasta llegar a formar parte del Reino de Italia en 1860.
Padeció grandes destrozos durante la Segunda Guerra Mundial y hoy su industria principal reside en la elaboración de joyas de oro.

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